Latinoamérica Viva en las voces de las mujeres: FIL2024
El conversatorio «Latinoamérica Viva», convocado por la serie de eventos «Fil Literatura», reunió a importantes voces de la narrativa y la ensayística del cono sur y México, donde las escritoras Isabel Zapata, Magalí Etchabarne y Daniela Catrileo cruzaron ideas sobre el oficio desde su propia trinchera, en diálogo con la moderadora argentina Cecilia Fanti.
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Aunque el moderador invitado fue Benito Taibo, su silla la terminó por ocupar Cecilia Fanti, quien, fiel a la planeación original del conversatorio, se ciñó al programa y planteó a las invitadas las preguntas del poeta y narrador, ausente por una indisposición de último momento.
Allí, para continuar, se les planteó una serie de cuestiones sobre la identidad latinoamericana, la naturaleza de su relación entre ellas y el canon —compuesto, en su mayoría, por autores masculinos— además de los contrastes y similitudes a lo largo no solo de los textos de su autoría, si no los de sus contemporáneas, nacidas en Latinoamérica.
Luego, su respuesta, que gracias a la moderadora logró transformarse en un diálogo más allá de las formalidades, trazó una rica variedad de direcciones, orientándose, entre otras cosas, hacia la diferencia principal de la manera como antes era descrito el horror, el cuerpo y, en suma, según los autores del famoso «Boom», la vida diaria de los pueblos latinoamericanos.
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Al pasar de los turnos, las ideas surgieron por sí solas. Entre las variadas orientaciones, las nuevas ideas y las respuestas a esas mismas ideas, uno de las más sonadas sería la importancia clave de la difusión.
Cuando estudiantes, la diferencia numérica de autores masculinos y femeninos les reveló una clara injusticia y una lucha por llevar a cabo. El espacio dedicado a las mujeres escritoras en las universidades distaba de satisfacer el tiempo invertido en hombres, agregaron. Por lo cual se encaminó la charla hacia la crítica de los planes de estudio en las universidades y en las escuelas de sus países, ausentes o relegadas a un segundo plano las autoras.
Si bien el estilo de cada quien se distingue por motivos personales, habría que señalar que una semejanza digna de mencionar entre sus obras es haber mirado hacia los problemas sociales, directamente involucradas las tres a su manera.
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Isabel Zapata mencionó a la audiencia practicar una suerte de collage literario. A partir de la lectura de sus propias notas, su trabajo como escritora se alimentaría de recrear memorias y reflexionar acerca de su historia personal.
Magalí Etchabarne, por su lado, agregó a los comentarios de Isabel hallarse siempre intrigada por asuntos de índole económica. Los personajes de las historias, ella mencionó, al hacer tal o cual acción, ir de vacaciones, mantener una vida «normal», ¿de qué viven? Ante lo cual su solución se ha inclinado a iluminar dichas interrogantes, brindándole especial atención a sus trabajos, sueldo y posición social.
Caso singular fue el de Daniela Catrileo, quien procede de una larga tradición izquierdista. En todo el país chileno es de sobra conocida la intensidad con que las clases populares se involucraron en política desde la instauración del régimen de Salvador Allende, muerto hacia el año 1973 en la refriega militar del asalto al Palacio de la Moneda.
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La chilena, defensora de los derechos del pueblo mapuche, no en balde remarcaría el lazo entre la historia y la literatura. De acuerdo a sus palabras, la cercanía de una y otra ha resultado decisiva en su manera de concebir el oficio: una tarea que iría encaminada a denunciar las crisis humanitarias con base en sus mínimos detalles. Los aspectos de la vida diaria que, sin darse cuenta, por comunes, aun la población de lectores ignora.
Como si de una carrera se hubiera tratado, la fuerza de sus palabras incrementó conforme llegaba a su fin la charla. Con el cierre, una sola palabra resumió la atmósfera en el lugar: entendimiento. Gracias al impulso de las letras, al intercambio de vivencia en tan poco tiempo contadas, un mar de nuevos horizontes fuera del territorio natal consiguió asomarse, allí donde confluyen lo mismo Argentina, Chile o México, nombrado por algunos este espacio de convivencia internacional, ligada a la escritura, «La república de las letras», en homenaje indirecto a Benito Taibo.
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Los puntos de encuentro y desencuentro en la charla culminaron con el acuerdo de que la presencia de la literatura escrita por mujeres es tan necesaria como la de siglos anteriores; sin embargo, la consigna de los sistemas educativos básico y superior sería la de incluir cada vez a más nombres femeninos dentro de sus currículas.
Al finalizar, la impresión final fue de sumo interés por no pasar desapercibida ninguna autora en la literatura contemporánea, pues a esta la distingue su manera de habitar el mundo y apreciar, desde el horror, el collage y la intimidad cotidiana, sus ires y venires por la historia.
José María Flores
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