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Explosiones de Analco del 1992: 32 años de la tragedia

El 22 de abril de 1992, Guadalajara fue escenario de una serie de explosiones catastróficas que dejaron una profunda huella en la memoria colectiva y cambiaron para siempre la vida de miles de personas.

Varios días antes de la tragedia, los vecinos de las colonias Analco y Atlas reportaron un fuerte olor a gasolina que emanaba de las alcantarillas y los drenajes de la calle Gante. Por lo que las autoridades hicieron maniobras con las cuales aseguraron a los habitantes que podían dormir tranquilos la noche del 21 de abril de 1992.

Sin embargo, en la madrugada del 22 de abril,  los residentes de la colonia Analco fueron repentinamente despertados por una serie de estruendosas explosiones. En cuestión de segundos, el aire se llenó de escombros, llamas y un denso humo negro que se elevaba hacia el cielo nocturno. Los efectos fueron devastadores: edificios enteros fueron reducidos a escombros, vehículos quedaron destrozados encima de las azoteas y del cielo llovía escombro y concreto que se derretía al llegar al suelo, debido al fuerte calor.

Las explosiones tuvieron su origen en una fuga masiva de gas metano proveniente de una red subterránea de tuberías. Esta fuga, que se había acumulado durante semanas sin ser detectada, finalmente encontró una fuente de ignición en algún punto de la colonia Analco, desencadenando una cadena de explosiones que se extendió a lo largo de varias cuadras.

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Ante la magnitud de la tragedia, los servicios de emergencia de la ciudad se vieron abrumados y desbordados. Bomberos, paramédicos y voluntarios trabajaron sin descanso para rescatar a los atrapados bajo los escombros, extinguir incendios y brindar atención médica a los heridos. Sin embargo, las condiciones adversas y la falta de recursos adecuados dificultaron enormemente las labores de rescate.

Más de 200 personas perdieron la vida en el desastre, incluyendo residentes locales, transeúntes y personal de emergencia. Mientras que miles de personas resultaron heridas, muchas de ellas de gravedad, sufriendo quemaduras, fracturas y lesiones traumáticas. Además, cientos de familias quedaron sin hogar, viéndose obligadas a enfrentar una situación de desamparo.

Es por esta razón que a la fecha, familiares de las víctimas siguen recordando a sus seres queridos y,  como cada año, se celebró una Misa en una capilla que se encuentra sobre la calle Gante.

Ya son más de tres décadas de este suceso y cabe mencionar que no hubo personas señaladas como responsables de este evento,  una de las mayores tragedias que ha vivido el estado de Jalisco en toda su historia.

Con información de Mario Baca:
BR


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