Graves secuelas de salud mental por la Presa El Zapotillo

Presentaron serios problemas de salud mental habitantes de los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, localizados estos en las inmediaciones de la Presa El Zapotillo, luego de 15 años de una ardua batalla legal contra la intención de autoridades federales de inundar el terreno que sus hogares de nacimiento ocupaban.

El hallazgo fue resultado de un trabajo conjunto entre académicos, especialistas en el tema, estudiantes y demás personajes de la vida pública del estado de Jalisco, miembros a su vez de la Universidad de Guadalajara, que unieron esfuerzos en el esclarecimiento de las secuelas sufridas por niños, adultos y personas de la tercera edad.

Dicha batalla legal emprendida en contra del proyecto federal de inundar el amplio terreno donde al día de hoy se ubican las poblaciones de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, tuvo entre sus consecuencias más notorias la de perjudicar en su salud mental a la mayoría de quienes directa o indirectamente se vieron implicados en la defensa comunitaria por el territorio, dando ocasión a las disputas de toda clase, familiares, laborales, entre los mismos vecinos, de los cuales al decir de las investigaciones hubo quienes aceptaron vender sus propiedades al gobierno a cambio de una suma monetaria.

Fue, sin embargo, hasta la creación del Plan de Justicia para los Pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, que vieron sus habitantes un cambio en el estado general de las cosas a su alrededor, gracias en parte al trabajo de acompañamiento ofrecido por representantes de la Universidad de Guadalajara.

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Estrés postraumático, incertidumbre, pánico, estragos en suma nocivos para la salud de cualquiera, fueron los diagnósticos más claros en la conducta de aquellos que ofrecieron su testimonio para la realización de un proyecto paralelo al gubernamental, nombrado «Abordaje psicosocial de las comunidades: Acasico, Palmarejo y Temacapulín, afectadas por el proyecto El Zapotillo», el cual tenía como objetivo reveindicar los daños a la moral causado por vivir bajo el miedo a perder la casa propia y que encima de ella se levantara una presa.

«Encontramos que entre 70 y 80 por ciento de la población de diferentes edades, desde niñas, niños, hasta adultos mayores, presentaban niveles medios y altos de ansiedad; así como estrés postraumático», refirió a la prensa Gastón Gutiérrez Rosete Hernández, doctor y profesor investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.

Lo anterior conlleva a reflexionar sobre una serie de situaciones que antes de realizarse la citada investigación pasarían a un segundo plano dentro de la memoria de los hechos: el estudio serio de las secuelas producidas por un trauma, que pasó de los 10 años sin llegar a una conclusión satisfactoria para todos y cada uno de los involucrados, cuando la situación psicológica era un tema aparte, ajeno a las discusiones en torno a los problemas cotidianos de los pueblos de Jalisco.