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Académicos advierten sobre el riesgo de intercambio de “packs”

“Qué onda ¡rolen el pack!”, con esto, en un grupo de Facebook, en una conversación de Whatsapp o de cualquier otra aplicación digital, puede comenzar una pesadilla, según advierten académicos de la Universidad de Guadalajara.

La frase, todavía desconocida para algunos adultos, es bastante común entre los adolescentes y jóvenes, se trata de la petición para que, quienes participan en la conversación, envíen imágenes propias o de terceras personas, con poca ropa o en situaciones íntimas.

“En la preparatoria, mi mejor amiga estaba en un grupo en el que se rolaban packs, o sea, imágenes sobre otras personas, pero que no sabían que su foto era vista por más gente. Otra amiga se la envío a un pretendiente y ese chico reenvío la foto al grupo donde estaba otra compañera, que fue quien me la mostró. Y de ahí se fue regando. La que había comenzado la cadena no sabía que habían mandado sus fotos. Pero después le decían cosas muy fuertes y ya mejor no iba a clase, y cerró su face y su snap”, relató una alumna de bachillerato, sobre lo que le ocurrió a una compañera suya.

Un pack es una modalidad potencializada del sexting (textear sobre sexo), es un “paquete” de imágenes y para intercambiarlas, algunos jóvenes han creado grupos privados en redes sociales. Y de acuerdo con especialistas consultados, alguien del grupo puede traicionar la confianza de los involucrados y difundir las fotografías sin consentimiento de las afectadas. Como consecuencia, surgen el bullying (acoso escolar) y, en el peor de los casos, hay riesgo de ser víctima de la trata de blancas.

“En chicas de secundaria, por ejemplo, de alguna forma u otra empiezan a rolarse entre las redes sus propias fotografías y llega el momento en que no las pueden parar y les lleva a problemas emocionales fuertes”, afirmó la doctora María Antonia Chávez Gutiérrez, investigadora del CUCSH y Presidenta de ObservarLaTrata, organismo latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas.

La doctora Janny Amaya Trujillo, profesora del Instituto de Gestión del Conocimiento y Aprendizaje en Ambientes Virtuales de UDGVirtual, dijo que en la era digital existe una pérdida de control sobre la propia imagen y sobre los contenidos o mensajes que se comparten en la intimidad, creados para un momento puntual con una persona específica y que fácilmente se vuelven replicables y divulgables.

Chávez Gutiérrez añadió que, en ocasiones, aunque en el grupo nadie traicione la confianza de quien comparte el pack, puede suceder que haya violación a la seguridad informática y un tercero sustraiga las imágenes.

Según la Policía Cibernética, es relativamente “fácil que una persona, que quiera obtener ese tipo de fotografías, acceda a la red y las robe. Ni siquiera tienes que darle tu permiso o que le proporciones de manera voluntaria tus imágenes, sino que ellos tienen acceso a éstas”, relató Chávez Gutiérrez. Esas fotografías, además, han sido herramienta para extorsionadores o tratantes de personas, añadió.

“Muchas de esas imágenes son captadas, junto con los datos de las personas –apuntó Chávez Gutiérrez–. Entonces, a las chicas las extorsionan. Les hablan y les dicen, ‘tengo las fotografías que tu compartiste y si no haces esto que te pedimos, vamos a hacerlas públicas en redes más amplias, o se las enseñamos a tus papás’. O ‘a partir de esta información tuya que yo tengo, harás cualquier actividad en contra de tu voluntad o hasta tener que dar un servicio sexual’, y pueden ser sujetas de secuestro o desaparición, pues tienen conocimiento de sus propias vidas”.

Para la doctora Amaya Trujillo, el enfoque prohibicionista o de inhibición de la práctica no es lo más conveniente, sino que, en lugar de limitar, se debe de educar.

“Lo que hay que coartar no es la práctica, no es eso lo que hay que censurar. Lo que hay que promover es la responsabilidad y la conciencia de las implicaciones de esta práctica, por una parte, y por otra, poner sobre la mesa un asunto crítico no solamente en estas prácticas digitales, que es el consentimiento”, agregó la también maestra en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, Cuba.

Chávez Gutiérrez concluyó que así como se le pone candado a la puerta de la casa, se le debe poner también a la información personal.

“La delincuencia avanza rápidamente y la puerta para entrar más sencilla, es la tecnología. Entre más íntima sea la información, mayor riesgo. No es un juego. Esto es muy delicado”, denunció.

La Universidad de Guadalajara dio a conocer que desde 2014 llevan a cabo acciones concretas para inhibir este tipo de prácticas entre su alumnado, entre ellas conferencias con los jóvenes así como con padres de familia para que estén alerta ante este tipo de conductas.

MAG

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