Enrique Ponce dice adiós a Guadalajara

Enrique Ponce se despidió este domingo de Guadalajara con una emotiva corrida en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. A pesar de no cortar orejas, el público lo ovacionó y lo sacó en hombros como homenaje a su trayectoria. Más de 10 mil asistentes presenciaron su última tarde en la ciudad, en un festejo marcado por la expectación y la emoción.
Ponce lidió con un lote que le permitió lucirse. Con su primer toro, Romancero, realizó la mejor faena de la tarde. Con el capote, ejecutó lances a la verónica con gran plasticidad. Con la muleta, hilvanó muletazos largos y templados, destacando sus series de derechazos y las tradicionales poncinas que pusieron de pie al público. Sin embargo, no logró coronar su trasteo con la espada. Falló en más de diez intentos con el descabello, lo que le privó de cortar trofeos, aunque fue ovacionado.
Con Creador de Sueños, de 505 kilos, Ponce tuvo que emplear su conocida técnica de «enfermero». El astado salió con poca fuerza, por lo que lo lidió con suavidad. Inició su faena con pases a media altura, dándole tiempo y distancia. Poco a poco, el toro respondió mejor, permitiéndole realizar muletazos templados y bien estructurados por ambos lados. A pesar de la falta de ajuste en algunos pases, el público lo animó con gritos de «¡Torero!».
El matador falló con la espada, saliéndose de la suerte y necesitando varios intentos con el descabello. Sin embargo, el público le reconoció su esfuerzo y lo obligó a dar la vuelta al ruedo entre aplausos. Visiblemente conmovido, Ponce se despidió besando un puño de arena, en señal de respeto y gratitud.
Por su parte, Leo Valadez tuvo una actuación discreta en sus dos primeros toros. Para buscar una mejor faena, recurrió al regalo de un tercer toro, Molinero, que resultó de arrastre lento. Desde el capote mostró más entrega, colocó banderillas y logró una atractiva faena con la muleta. Mató al primer intento y consiguió una oreja.
Arturo Gilio lidió un toro que repetía las embestidas con calidad, pero salía con la cabeza a media altura, lo que dificultó la conexión con el tendido. A pesar de ello, logró algunos momentos destacados. No obstante, perdió la oportunidad de un premio al fallar con la espada.
La tarde estuvo marcada por la emotiva despedida de Enrique Ponce. Aunque no consiguió trofeos, su legado como figura del toreo quedó patente en la ovación de Guadalajara.