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‘El castillo de arena’, una metáfora inquietante en Netflix

“El castillo de arena”, dirigida por Matty Brown, explora las consecuencias de la guerra desde la perspectiva de una familia atrapada en una isla desolada. Protagonizada por Nadine Labaki, Ziad Bakri, Zain Al Rafeea y Riman Al Rafeea, la historia transcurre en un escenario aislado. Allí, los recursos escasean y la familia lucha por sobrevivir. La trama se desarrolla lentamente y desvela detalles que mantienen al espectador intrigado hasta el final. Una revelación esclarece el propósito y contexto de la historia.

El relato se centra en Yasmine, Nabil, Adam y Jana, quienes viven en una isla con un faro. Tienen solo una radio para pedir ayuda y un generador que alimenta la luz. Con el tiempo, los recursos se agotan, y surgen dudas sobre el propósito de la isla y el origen de los objetos encontrados. La hija Jana imagina la posible presencia de un monstruo. El guion de Brown, junto con los coguionistas Hend Fakhroo y Yassmina Karajah, ofrece una estructura enigmática que se va desvelando poco a poco.

A pesar de que la película comienza con una atmósfera idílica, pronto se revela que hay algo profundamente mal en su entorno. La familia está atrapada en una situación de desesperación, y el aumento de los problemas —el generador que falla, la comida que escasea y las tensiones familiares— da paso a un deterioro progresivo en su bienestar físico y emocional. Adam, el hijo adolescente, asume responsabilidades que no le corresponden, mientras Yasmine se desmorona bajo la presión de la situación. La angustia y la lucha por sobrevivir quedan plasmadas con fuerza en las actuaciones del elenco, especialmente en las interpretaciones de Labaki y Bakri, quienes logran transmitir el agotamiento y la desesperación de sus personajes.

El director Matty Brown busca crear una atmósfera de misterio y suspense. Lo logra principalmente gracias a una cuidada fotografía y una edición que enfatiza la tensión. Sin embargo, el ritmo de la película es un punto de fricción. Su lentitud y la falta de acción constante pueden frustrar a algunos espectadores. Aunque la narrativa es intrigante, la falta de impulso afecta la percepción general. Esto puede convertirla en una prueba de paciencia más que en una experiencia cinematográfica envolvente.

 

Pablo Garabito

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