martes, 16 de abril del 202416 de abr del 2024

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«Entre la basura», es como viven los vecinos de Matatlán

Los comedores, cocinas, recámaras y salas, se penetran de un olor pestilente. ¿Sabes como cuál? Como cuando pasa el carretón de la basura y estás a centímetros de él, ni más ni menos. Una postal donde el atardecer se opaca por cerros de basura, calles con lixiviados y lo peor de todo: la tibieza de la autoridad.

Éste es solo parte del contexto que viven todos los días desde hace más de 8 años quienes habitan en los fraccionamientos aledaños al tiradero de Matatlán, en Tonalá. La arbitrariedad de una empresa concesionaria que sencillamente no ha respetado los contratos con el ayuntamiento tonalteca o tapatío, ni con el resto de los municipios metropolitanos, ya causa estragos que van más allá de la contaminación visual.

En entrevista para Personalísimo de Tráfico ZMG, Armando Bañuelos Hernández, líder actual de la organización de vecinos del fraccionamiento Urbiquinta, dedicados a campañas para la recuperación y limpieza de espacios públicos, detalla puntualmente cuál es la situación que viven los vecinos de esta zona ante una autoridad que él mismo califica como incompetente, y ante los abusos de la empresa Caabsa Eagle, qué ha hecho lo que ha querido y que ha provocado que hoy en día, el vertedero de matatlán siga teniendo y almacenando miles de toneladas de basura.

Un vertedero sin control y sin respetar ninguna de las normas medioambientales, hoy provoca infinidad de estragos no solo para el ambiente sino también para quienes viven alrededor de él. «De entrada las 24 horas del día el olor a basura es insoportable. Tenemos documentados casos de personas que ya presentaron estragos en su salud con padecimientos gastrointestinales, alergias en la piel y problemas en las vías respiratorias. No hay un control de lixiviados y éstos escurren por las calles y avenidas donde cientos de niños jóvenes y adolescentes caminan para dirigirse ya sea a sus casas o bien a sus centros escolares (…) el tema de verdad es insoportable», detalla Armando Bañuelos.

Una lucha que ya cobró una vida

La problemática que gira en torno a matatlán ha llevado a que vecinos cansados y hartos de las presuntas manipulaciones e incumplimientos de la empresa concesionaria, así como los arrebatos en el mal uso de este espacio, que debería fungir como centro de transferencia y no como vertedero, sobrepasaron todos los límites.

Una de las cabecillas que inició junto con Armando la lucha por que Matatlán cumpliera con las normas y dejara de contaminar a los habitantes aledaños, fue Verónica Guerrero, quien fue asesinada en febrero de 2022 justo cuando más fuerte sonaban las protestas de los vecinos y cuando también los instrumentos legales comenzaban a retumbar en los escritorios de Caabsa Eagle.

«Esto sin duda nos frenó un tiempo pero después decidimos volver a luchar», asintió Armando. Recientemente los activistas montaron un plantón al exterior de Palacio Municipal de Guadalajara, pues según estimaciones de quienes han analizado el fenómeno de Matatlán, 75 por ciento de la basura que ha sido depositada, es únicamente de la Perla Tapatía.

En enero de este año los activistas lograron una suspensión provisional y un par de meses después una suspensión definitiva para que Caabsa dejara de utilizar este vertedero. Sin embargo Armando acusa que hay ingresos ocultos por donde siguen entrando camiones a depositar residuos.

El juicio y la ruta jurídica siguen su curso en espera de que un dictamen hecho por especialistas, dé la razón a los afectados y Caabsa comience, ahora sí, con determinación de un juez a reparar los daños que causó por el mal uso del vertedero.

Mientras tanto la evidencia está ahí, como una horrible postal a la vista en donde los cerros de basura en algunos casos, ya están a punto de tapar las copas de los árboles que han estado ahí por años y que alcanzan hasta los siete metros de altura. Los olores continúan y ahora con las lluvias los lixiviados se agudizan, mientras que el tema de el destino final de los residuos, sigue siendo un dolor de cabeza metropolitano.

A. Maciel

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