martes, 16 de abril del 202416 de abr del 2024

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Académicos invitan a reducir consumo de agua embotellada

Aunque el servicio de agua llega a la mayoría de los hogares, la desconfianza de la población ante el líquido proveniente del grifo, ha motivado a que culturalmente sea aceptado el consumo de agua para beber de empresas embotelladoras, situación que lleva a Jalisco a ocupar el segundo sitio en el país como comprador de agua embotellada en todas sus presentaciones.

“En el país, Jalisco y la Zona Metropolitana de Guadalajara siempre están en segundo lugar, al consumir una familia de cinco miembros 2.5 garrafones por semana, sin contar toda el agua que compran por fuera. Por cuestión poblacional, la Ciudad de México es quien ocupa el primer lugar”, dijo Lourdes Sofía Mendoza Bohne, académica del Departamento de Estudios Socio Urbanos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).

En promedio anual, una persona consume 235 litros de agua embotellada por habitante, situación que implica un costo social ambiental: el desecho a los ecosistemas de 21 millones de envases PET producidos al año en México. En temporada de sequía llega a aumentar a 50 millones.

Si se destinan 120 pesos en el consumo de agua embotellada a la semana, significaría que una tercera parte del salario mínimo semanal sería para este rubro.

“Al año, en promedio la gente paga al Siapa, entre 3 mil y 5 mil pesos, a la par de que compran 15 mil pesos en agua embotellada (garrafones o botellas)”, comentó en rueda de prensa la doctora Alicia Torres Rodríguez, investigadora del CUCSH y responsable del cuerpo académico UDG-CA-570: Agua, Medio Ambiente y Sustentabilidad.

Expresó que la falta de confianza en el agua que llega de la tubería impacta en la economía de las familias, pues el líquido es parte de la canasta básica.

En un estudio realizado en el CUCSH, se encontró que 70 por ciento de los estudiantes consume agua embotellada, es decir 105 mil botellas a la semana y un presupuesto de 100 pesos semanales por cada persona.

La propuesta que asumen los académicos es que se puede consumir el agua de la llave en el hogar, siempre que se instale un sistema de filtrado y ozonificación.

“Hay muchas empresas que tienen mecanismos para desinfección hogareña. Si comparamos lo que se gasta al año en agua embotellada con purificadores o sistemas de purificación de osmosis inversa doméstico, prácticamente sería más barato”, comentó el doctor José Juan Pablo Rojas Ramírez, investigador del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá).

Sin embargo, describen los investigadores, hay reticencia por parte de la población por beber el agua que llega a los hogares, pese a que se tengan implementadas las tecnologías verdes para su potabilización, pues aún persiste la idea de que tomar agua embotellada da cierto estatus social.

Desigual, el agua que llega a los hogares
La ZMG recibe el líquido de distintas fuentes tanto del lago de Chapala, los valles de Toluquilla y Tesistán, el río Santiago y el bosque de Los Colomos. Motivo por el cual, dijeron los especialistas, cada zona obtiene agua con distintas características, lo que es inequitativo.

“No es lo mismo el agua que utilizan en colonias como Chapalita y Providencia, que en El Sauz o El Salto. Hay una desigualdad tanto en las fuentes del agua, en los tratamientos, como en el poder adquisitivo para las diferentes calidades que se pueden consumir”, añadió Mendoza Bohne.

El grado de contaminación es variable dependiendo de donde se extrae el agua, por ello, reiteran los académicos, es importante tener la tecnología adecuada para, además de quitar las impurezas, remover los metales pesados, medicamentos y el resto de sustancias nocivas.

Torres Rodríguez propone que instituciones como la UdeG puedan generar su propia agua para beber, pues ya se cuenta con la tecnología para generar esta descontaminación, como es el caso de la ósmosis inversa, carbón activado, luz ultravioleta, etcétera.

MAG

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