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‘Una película de Minecraft’ celebra un fenómeno cultural

“Una película de Minecraft”, dirigida por Jared Hess, representa un nuevo paso en la evolución de las adaptaciones cinematográficas de videojuegos. Lejos de limitarse al fanservice básico, como ocurrió con el éxito comercial de “Super Mario Bros. La Película”, esta producción intenta capturar la esencia de lo que significó el juego para toda una generación. Desde los primeros acordes de la música de C418, el filme despierta la nostalgia del descubrimiento, la exploración y la creatividad del mundo cúbico original. 

Aunque es evidente que está dirigida a quienes crecieron con el juego, la película también funciona como una entretenida experiencia familiar. Jared Hess logra trasladar el espíritu de Minecraft a la pantalla con humor, acción y una historia de supervivencia, sin depender de una narrativa rebuscada. El resultado se asemeja más a un recuerdo infantil que a un guion diseñado con fines comerciales, lo que aporta autenticidad al proyecto.

Jason Momoa y Jack Black destacan como los pilares del elenco. Momoa interpreta a un campeón venido a menos cuya exagerada autoconfianza lo convierte en una figura ridícula y entrañable. Su entrega física y humorística se complementa con la energía inagotable de Black, quien vuelve a colaborar con Hess tras “Nacho Libre”. Sus gestos, voces y movimientos hacen de cada escena un espectáculo. Ambos actores imprimen al filme una vitalidad contagiosa.

Visualmente, la película es deslumbrante. El presupuesto de 150 millones de dólares se refleja en la recreación del Nether, las escenas de acción y los escenarios reales construidos en Nueva Zelanda. Aun así, algunos momentos de pantalla verde resultan evidentes, rompiendo parcialmente la inmersión. La producción cuidó detalles artesanales en vestuario y utilería, lo que refuerza la estética del universo Minecraft sin caer en lo artificial.

La historia central gira en torno a Henry y Natalie, dos hermanos que han perdido a su madre. Aunque esa línea emocional se diluye, la película compensa con una avalancha de referencias y momentos de comedia física. Los piglins, el overworld y las mecánicas del modo Supervivencia dan forma a una trama predecible, pero efectiva. No todo funciona: hay personajes secundarios que se pierden y subtramas que ralentizan el ritmo.

Con cinco guionistas acreditados, el film a veces se siente sobrecargado. Aun así, cuando Hess se permite ser impredecible y absurdo, “Una película de Minecraft” brilla. Puede que no alcance el nivel narrativo de Pixar, pero logra su objetivo: entretener y celebrar un fenómeno cultural. Los fans del juego la disfrutarán, los niños se reirán y, aunque no sea perfecta, sí es una base sólida sobre la cual construir una secuela más creativa.

 

Pablo Garabito

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