‘Mi lista de deseos’ se convierte en lista de tareas en Netflix

«Mi lista de deseos», dirigida por Adam Brooks y basada en la novela de Lori Nelson, es la cinta más vista este finde en Netflix. Es un drama romántico protagonizado por Sofia Carson, Kyle Allen, Connie Britton y Sebastian de Souza. La historia sigue a Alex, una joven adinerada cuya vida da un giro inesperado cuando su madre fallece. En lugar de recibir una herencia monetaria como sus hermanos, debe completar una lista de deseos de su infancia antes de obtener su parte.
La premisa ofrece una estructura clara y sencilla: Alex avanza de una tarea a otra, algunas con más peso que otras. Sin embargo, la película nunca logra transmitir una verdadera sensación de lucha. A diferencia de quienes enfrentan el duelo mientras lidian con problemas reales, Alex tiene el lujo de embarcarse en un viaje de autodescubrimiento sin enfrentar consecuencias tangibles. Su historia carece de profundidad porque, aunque pierde su trabajo y se siente desorientada, su vida sigue siendo cómoda. La transformación que debería impulsarla a crecer se siente artificial, y su evolución resulta demasiado fácil y predecible.
El guion envía mensajes de superación con frases como «El camino seguro no hace que el miedo desaparezca» o «Una vida sin problemas es aburrida». Sin embargo, estos conceptos se presentan de manera superficial. La película se esfuerza demasiado en motivar al público sin ofrecer momentos de desarrollo orgánico. Se espera que Alex aprenda lecciones valiosas al cumplir cada tarea de la lista, pero su evolución parece más un proceso mecánico que una verdadera transformación personal.
Uno de los aspectos más débiles es el romance. Desde el inicio, es evidente con quién terminará Alex. Aunque la película presenta varios pretendientes, la falta de química entre Carson y Kyle Allen hace que la relación principal se sienta forzada. A pesar de que el guion es ingenioso en algunos momentos y los actores logran cierto carisma, la narrativa sigue un camino tan predecible que cualquier intento de sorpresa se diluye.
La actuación de Carson es otro punto débil. Aunque tiene presencia en pantalla, su interpretación carece de matices. Sus emociones parecen uniformes, ya sea en momentos de dolor, felicidad o confusión. Esto impide que el público conecte con su personaje. La película tampoco le da muchas oportunidades para explorar su dolor de manera auténtica. Prefieren resolver sus conflictos de manera conveniente en lugar de permitirle experimentar un crecimiento genuino.
La producción también tiene problemas en la ejecución. Es evidente desde la escena inicial: un baby shower que debería sentirse cálido y natural, pero se percibe incómodo y artificial. El humor rara vez funciona, y la interacción entre los personajes se siente ensayada en lugar de natural.
Otro problema es la manipulación emocional. La película no confía en que el espectador experimente sus propios sentimientos, sino que insiste en dictar cuándo y cómo debe reaccionar. Las escenas que involucran a la madre de Alex están diseñadas para conmover, pero su excesiva planificación y obviedad les restan impacto. En lugar de permitir que las emociones surjan de manera espontánea, la historia empuja al espectador a sentir lo que dicta el guion.
A pesar de sus fallas, «Mi lista de deseos» aborda temas universales como el duelo y la necesidad de reconectar con el pasado. Su mensaje sobre la importancia de salir de la zona de confort y vivir plenamente podría resonar con algunos espectadores. Sin embargo, su ejecución predecible y la falta de profundidad emocional hacen que la película se sienta más como una lista de tareas que como un viaje significativo. La película la puedes encontrar en Netflix.