¡Hasta siempre, Pablo Hermoso de Mendoza!

En una tarde histórica, que seguramente quedará en el anecdotario de la Plaza de Toros Nuevo Progreso de Guadalajara, el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza dijo adiós definitivamente este domingo en el coso de la Monumental. Una corrida anecdótica en la que consiguió tres orejas y el placer de ver a su hijo caer de pie ante la afición tapatía.
La tarde prometía ya de por sí un festejo triunfal. Y a esto se le añadió el homenaje que la empresa Espectáculos Monterrey diseñó para despedir al máximo exponente del rejoneo internacional. Al son del mariachi, entre las cabalgaduras de charros y amazonas, y con un par de reconocimientos entregados al ibérico, así se dio el preludio de lo que fue la última tarde de Pablo Hermoso de Mendoza tras 25 años de trayectoria ininterrumpida.
El triunfo grande para el centauro español vino con el primero de su lote, un toro que se prestó para el lucimiento y al que Mendoza cuajó con sendos quiebros de pecho a nanca, con cabalgaduras templadas y siendo asertivo con banderillas, así como con las cortas. Haciendo gala de su maestría y expertise, Pablo Hermoso brindó la mejor actuación con el que abrió plaza, toro al que pudo cortarle dos orejas.
Con el segundo no tuvo tanta suerte y es que su ejemplar no se prestó y fue carente de bravura. Sin embargo, el empeño y un rejón de muerte entero le valió una oreja más, para garantizar así su salida a hombros.
Quien aseguró la tarde triunfal fue precisamente su hijo, Guillermo Hermoso de Mendoza. Ésta fue su presentación ante la afición tapatía. El heredero de la dinastía cayó de pie ante un público que sencillamente se volcó a sus cabalgaduras. El clímax de su presentación estuvo con el segundo de su lote, un toro bravo y con acometida que de principio a fin acudió a las embestidas. Guillermo estuvo a la altura de lo que la tarde merecía.
Desde el inicio de su faena, el más joven de los Hermoso de Mendoza lució con templados quiebros. Cabalgó a centímetros de los pitones de su enemigo, para después colocar las banderillas en sitio. Incluso puso un para dos manos que volcó a la afición. Las bondades del astado obligaron a la petición de indulto. El premio fue concedido por el juez para que el de Peñalba regresara con vida a los chiqueros.
Por su parte, el mexicano Fauro Aloi tuvo una actuación discreta con el primero de la tarde. Sin embargo, con su segundo, sacó la casta y demostró que en México también se torea a caballo. Con un rejoneo templado y acertado tanto con los rejones como con las banderillas, Fauro también cayó de pie, aunque sin conseguir el triunfo con las orejas.
Así se desarrolló la octava corrida del serial de reapertura de la Nuevo Progreso. Una tarde llena de nostalgia, pero también de alegría y triunfo grande, como las tantas que regaló Pablo Hermoso de Mendoza durante 25 años a la plaza de Guadalajara.
Édgar Flores
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