¿Hambre o aburrimiento?, llaman a mantener alimentación saludable
Martha Bethsaida Altamirano Martinez, coordinadora de la licenciatura en nutrición del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), de la Universidad de Guadalajara (UdeG), presentó una serie de propuestas para mantener una alimentación saludable durante el confinamiento por el COVID-19.
A raíz de la contingencia sanitaria y de que se decretó el aislamiento domiciliario iniciaron las compras de pánico, filas interminables en los supermercados, carritos desbordándose de productos para la limpieza, para el aseo personal y con grandes cantidades de alimentos perecederos y no perecederos, sin embargo, las compras de pánico además del gasto imprevisto también implica que lo que se adquirió no sea lo que en realidad es necesario.
“Lo primero es no hacer compras de pánico debido a que hay alimento suficiente, lo segundo que recomiendo llevar puestos guantes para el momento en que se escojan frutas y verduras frescas, y no contaminar el resto, debemos de tener un lavado correcto y un almacenamiento adecuado de aquellos que requieran refrigeración”, señaló.
El razonamiento natural cuando se realizan compras de alimentos, es adquirir productos que no se vayan a echar a perder, indirectamente es esto lo que obliga al consumidor a comprar alimentos que no son los adecuados debido a que se adquieren productos altos en energía, en azúcar, en grasa y sobre todo en grasas no saludables.
“Entonces, al no realizarse las actividades físicas correctas y tampoco tener una serie de actividades cotidianas nos podría llevar a no infectarnos de COVID-19, pero sé a provocar enfermedades que tengan como consecuencia el incremento de peso, de grasa corporal, el riesgo de tener alteraciones en la salud no por infección, pero sí por enfermedades como diabetes, hipertensión, obesidad y sobrepeso”, detalló.
El llamado es a hacer compras inteligentes, buscar alimentos como frijoles, lentejas, garbanzos, arroz, cereales secos como avena, amaranto, tortillas, pan de caja, leche evaporada o envasada en cartón, quesos secos, carnes, alta ingesta de frutas y verduras, de preferencia frescas.
“Al menos la mitad de la porción de los alimentos durante el desayuno, comida y cena deberán ser verduras y frutas, de preferencia fresca y si es posible consumir local, en casos extremos recurrir a los productos congelados y de preferencia escaldarlos para conservar por más tiempo”, enfatizó.
Para apoyar a la economía, una de las propuestas es que se realizaron compras de mayoreo y estas se compartan con vecinos y/o familiares, además de que va a mejorar el precio, se evitará que más personas estén en las calles.
¿Hambre o aburrimiento?
La experta en nutrición señaló que un gran número de personas recurre a la comida para “bajar la ansiedad”, y entonces se corre el riesgo de caer en los atracones de comida y esto, con el paso del tiempo, llevará a dañar la salud.
“Para bajar la ansiedad y que nos conlleve a la alta ingesta de comida se recomienda realizar actividades las cuales permitan tener una sana convivencia, que sean distractores. En primer lugar hay que reconocer las emociones, después si es que necesito algo que comer, hay que detenernos, hacer una pausa, respirar profundo y pensar si realmente se tiene hambre”.
Una vez hecho lo anterior, lo más probable es que las personas se den cuenta de que no tienen hambre, entonces se debe analizar, hacer una autoexploración emocional y mental y preguntarnos que es lo que sienten, definir si se tiene aburrimiento y de ser así, razonar si comiendo lo que sea quitará el aburrimiento o por el contrario va a perjudicar a la salud.
Ante este escenario se debe buscar algo de entretenimiento y creatividad; algunas opciones podrían ser bailar, pintar, realizar actividades con las niñas, niños, regresar a situaciones como cuando no había internet.
En caso de que sí sea hambre, entonces buscar algo que no perjudique la salud.
Altamirano Martinez también sugirió que se realice un calendario a modo de agenda; que se estipulen horarios de desayuno, comida y cena, definir los tiempos de entretenimiento y si se tiene patio o azotea, buscar la forma de tomar un poco el sol.
“Se debe programar a nuestra mente para darle un orden a nuestras actividades. Si no nos cuidamos, el aumento de peso podría ser peor que el de las temporadas navideñas que en algunas personas podría llegar de los 500 gramos a los dos kilos por semana, hay personas que pueden incluso subir hasta el triple”, precisó.
Finalmente la coordinadora de nutrición añadió que la hidratación es sumamente importante, sugirió que esta deberá de ser con agua simple y no con bebidas alcohólicas o gasificadas.
La Universidad de Guadalajara preparó una serie de materiales en los cuales se dan más propuestas sobre cómo hacer más llevadera la alimentación saludable y el confinamiento, estos se pueden localizar en las distintas redes sociales de la institución.
Isela Ibarra