Drogas + Volante: Peligro inminente
Manejar cuando estás bajo un tratamiento médico, o usar drogas y mezclarlo con el volante es una decisión que puede poner en riesgo tu vida; ya que disminuye tu capacidad de reacción, teniendo como resultados efectos posiblemente catastróficos.
Aunque es un número bajo, entre 4 y 8 por ciento de los accidentes de tráfico, ocasionados por la ingesta de un tratamiento, aún no hay un registro determinado sobre los accidentes causados por un medicamento o droga en específico, también depende la dosis administrada y las reacciones que puedan causar en los conductores: si es diabético, hipertenso, problemas cardiacos, por citar algunos casos.
Toma especial atención con los medicamentos de efecto sedante; las alteraciones oculares, trastornos de acomodación; las alteraciones auditivas, los vértigos y los temblores, pueden alterar tu percepción del riesgo.
Es recomendable que platiques con tu médico de cabecera sobre tus hábitos al conducir, cada vez que te cambie o adapte el fármaco controlado. Pregunta siempre qué efectos colaterales pueden ocurrir.
En caso de ingerir psicofármacos, checa los que pueden tener efectos más perjudiciales: tranquilizantes que varíen tu sueño, reduce los niveles de alerta, disminuye el tiempo de reacción, puede producir visión borrosa. Los sedantes: que te calman y reduce la ansiedad. Los efectos pueden ser parecidos a los anteriores y los estimulantes que se emplean para tratar estados depresivos elevando tu vitalidad.
Para prevenir accidentes viales usa el fármaco antes de manejar para ver cómo reaccionas ante la medicación. Observa de qué manera influye en tus reflejos, en tu capacidad de concentración y si te produce excesiva somnolencia.
Efectos similares a los medicamentos pueden tener las drogas, ya que son capaces de alterar el comportamiento de los individuos, produciendo en ellos un estado de dependencia física y psíquica que dificulta enormemente la conducción.
Se dividen en diferentes tipos: Depresores que calman la actividad neuronal y reducen la actividad corporal, estimulantes que aumentan la actividad neuronal y las funciones corporales, y por último los alucinógenos que afectan de forma notable a la percepción del individuo.
Y en otro apartado están las drogas depresoras del sistema nervioso -como son el cannabis, los opiáceos (heroína, morfina, metadona), el éxtasis líquido o los tranquilizantes (ansiolíticos, hipnóticos)-, disminuye enormemente la capacidad de reacción del individuo, la capacidad de concentración y los reflejos.
En cuanto a ingerir, inhalar o inyectarte estimulantes como las anfetaminas, la cocaína o el éxtasis, te ponen en riesgo ya que te da una falsa sensación de control, al anularte la fatiga y el sueño. Sin embargo, todo esto se traduce en descoordinación, reflejos minimizados y problemas visuales y auditivos, todo ello acentuado si se mezclan con otros tipos de sustancias.
Pero si optaste por drogas alucinógenas como hongos, LSD y ketamina, entre otras. Estas te producirán alucinaciones, cambios de percepción de la realidad o visiones imaginarias, y que dependen mucho del estado de ánimo de la persona que las consume, acentuando un posible malestar o un problema psicológico, puntual o pasajero.
A pesar de que su concentración en la sangre suele durar muy poco, de cinco a cuarenta y cinco minutos, sus efectos se prologan por encima de las dos horas.
Por lo anterior, no aconsejamos en ningún caso que consumas drogas prohibidas, evítalas ya que estos hábitos dolosos a la salud conllevan un riesgo latente para ti y las personas a tu alrededor.
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